Viktor Frankl, en El hombre en busca de sentido, recuerda que incluso los más fuertes pueden derrumbarse cuando no tienen nada dentro de lo que aferrarse. En cambio, aquellos que guardaban música, poesía o ficción en su interior, tenían un refugio secreto capaz de sostenerlos.
Ese refugio es un palacio mental: un espacio interior construido con recuerdos, ideas y contenidos valiosos. Para levantarlo, necesitas amueblar tu mente con salas y pasillos llenos de conocimiento, belleza y sentido.
No basta con acumular información. Una vez que hayas reunido material, domínalo a fondo, hazlo tuyo, conviértete en experto en lo que amas. Y cuida siempre la calidad: está bien saber la alineación del Elche, pero mucho mejor es llevar contigo buena literatura, historia, filosofía o espiritualidad.
La memoria y la imaginación son músculos: ejercítalos con disciplina. Visualiza, recuerda, relaciona, entrena una y otra vez.
Y sobre todo, lee y escribe. Son los hábitos esenciales para pensar con claridad, expresar lo que llevas dentro y seguir construyendo ese palacio interior donde podrás refugiarte cuando el mundo exterior tiemble.