4/8/16

Nomadismo desde la ciudad

Mi idea era hacer el camino de Santiago en plan nomadista digital total. Sin cables, sólo con el Mifi, y quizás con el iPad. Nada más, a parte de los utensilios de aseo, claro. La idea era bloguear todo el rato. Pero los planes no han salido. No pasa nada. Siempre quise dar vueltas por la ciudad, en plan nómada urbano. Claro, no se trata de un desafío, el 4G es magnífico y hay Wifi en cada McDonalds y en cada Starbucks. Pero hay bicicletas, y eso me motiva muchísimo.


Mi primera parada de hoy ha sido en la casa de un amigo al que admiro muchísimo. Periodista, escritor, comentarista de cine y series, teólogo, políglota, conferenciante. Es una persona erudita, espiritual, y un conversador fascinante. Y yo soy su camello, le proporciono series que llevo en mi disco duro, series antiguas, de esas de cine mudo, en blanco y negro, incluso peor, sólo en blanco.

Me recibe con un té en la mano, en pantalón corto. Su piso de un barrio típico de Madrid está atestado de libros. No sólo las estanterías rebosan libros en varios idiomas, el suelo sostiene columnas de libros hasta el punto en el que su despacho es un pasillo hasta su escritorio, los libros forman un bosque de columnas, tupido, como si quisieran volver a ser los árboles que fueron en su momento.

Su portátil es un Lenovo que le conseguí por un precio EXCEPCIONAL, funciona perfecto, siempre me recuerda lo bien que le va su portátil. Charlamos de libros y series mientras se van cargando las series en su disco duro externo.

Salgo de allí mochila al hombre y busco en la aplicación BiciMAD la estación de bicicletas más cercana. La hay. Veo pocas bicis ancladas, y alguna tiene sus taras. Un hombre jóven muy musculado, tatuado y vestido a la última moda deportiva se queja de lo mal que van. La verdad, no creo que vayan tan mal, pero tampoco voy a contradecirle, así que asiento.

Tomo una bici para un trayecto relativamente corto. Me da igual, es más, lo prefiero, ¡es verano! puedo llevar sudado a donde quiera. Dejo la bici al lado de la biblioteca Pedro Salinas y hago una visita en la oficina para comprobar que todo está bien. De allí vuelvo a por otra bici y recorro las calles llenas de taxistas y conductores de autobuses que viven inmersos en una guerra tan antigua que ignoran por qué luchan. Pero luchan, y discuten, y se gritan. Los ciclistas somos invisibles, somos las orugas en una ruta de elefantes, intentamos ser discretos y guardar las distancias, temerosos de que los paquidermos nos aplasten.

Dejo mi bici al lado de la CECA, quiero informarme del cambio de moneda extranjera y de su disponibilidad. Ya, podía mirarlo por Internet, pero me da igual. Hay poca gente, sólo dos familias de turistas pidiendo cambio. El aire acondicionado es polar, pero se agradece, cuando salgo de ahí empiezo a echarlo de menos. Vuelvo a cabalgar en la bicicleta, rumbo a un Starbucks del centro que me gusta mucho, veo que tienen un nuevo té helado, Blackberry es el nombre, no puedo evitar pensar en lo desafortunado del nombre, ok, ya sé que había "Blackberrys" antes que smartphones, pero las asociaciones de palabras funcionan así. Pago desde la app, la pantalla de mi iPhone muestra un código QR que la empleada escanea. Pagado.

Saco mi MacBook Air (muy propio del Starbucks) y me conecto al wifi del local, poco a poco van mejorando. Supongo que el Adsl tardará años en desaparecer, pero seguirá dando coletazos. Recuerdo que tengo comprado un año de VPN, así que lo instalo en el Mac, ya estoy protegido. Cuanto más tiempo pasa más paranoico me vuelvo. Miro Telegram, donde tengo varias conversaciones en curso, una con mi amigo CyberPriest con el que hablo de rol y cómics, y otras que sigo aunque participo poco, como el grupo de la Isla.

Mi bebida va bajando hasta quedarse en hielo. Estoy muy a gusto aquí. Ya que estoy por el centro me apetece comer en un Friday´s. Las costillas siguen siendo las mejores. Me debato entre la Jack´s Daniel Burguer o las costillas. Bendito dilema.

Pido mesa y me instalo, es el momento de seguir Ray Donovan, la serie que sigo en Netflix. Cuando vas a comer fuera y solo lo mejor es ver vídeo, nada que implique tocar con las manos grasientas el teclado. La conexión la proporciona el Mifi TP-Link con la línea de Vodafone adicional por 50 Gb. Perfecto. Por cierto, elimino Pokemon GO, drena la batería y puede que me esté machacando el sonido, algo no va bien.

Al final pido las costillas, un acierto. Pero necesito caminar, demasiado tiempo sentado. Tengo dos opciones, tomar el Metro o.... volver a la bici. Escojo la segunda opción y voy en bici bajo un sol abrasador rumbo a Atocha, me despisto y no tomo la mejor ruta, lo bueno de ir en bici es que puedo salirme a un apeadero y consultar Google Maps. Y allí sí, tomo el tren de cercanías al sur de Madrid, ojalá pongan bicis hasta mi barrio, pero.... creo que eso tardará en llegar.

2 comentarios:

  1. Anónimo3:19 a. m.

    Buenas.Soy ese amigo al que admira, ese periodista, teólogo, comentarista de series, escritor, parapentista, dentista y modista. Hágame usted el favor de devolverme el manual 'Cómo cazar Pokemons en bicicleta eléctrica' que con gran destreza y mínima vergüenza logró sacar de mi estantería de ébano de Ceilán. Pásese mañana y disfrutaremos de un Tang de fresa al que usted llama, por alguna razón que no alcanzo a comprender, té BlackBerry.

    He pergeñado para su disfrute, y de forma incondicional, algunos textos y poesías líricas con los que espero no vuelva a dormirse. Sírvase de ejemplo de esta obra mayor: 'Las patas de esa jirafa, sin gafas, se mueven como barcas. Candente, quítame los juanetes'.

    Sea puntual.

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  2. Excelente entrada querido Converso, sos de esos pocos blogueros que logran que el lector quede inmerso en tu relato. ¡digna labor de un presidente!
    un fuerte abrazo para vos desde Medellín-Colombia por parte de el sujeto conocido en la isla como "Sebas" o como muchos me llaman en mi círculo social "sebaspago".

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Tolerancia cero con las faltas de respeto, palabras malsonantes y comentarios denigrantes sobre la sublime saga de Stars Wars..