9/9/14

Somos frágiles

Urgencias  photo 20140907_230705_zpshijd8okf.jpg

Son las ocho. Ha sido un intenso día de iglesia, la reunión de la mañana, yo tengo una comida con amigos de la misma iglesia, mientras mi esposa tiene una larga reunión de trabajo con el equipo de profesores de Escuela Dominical. Terminamos a las seis de la tarde y llevamos en el coche a algunos profes a sus destinos, una vez en casa nos duchamos y nos preparamos para descansar.

Entonces suena el teléfono. Es mi cuñada Rosa. Mi hermano Jorge ha sufrido un accidente doméstico. No vio que la puerta de cristal de la terraza estaba cerrada y la atravesó rompiendo el cristal, tiene un enorme y feo corte en la pierna derecha, es profundo, parte del músculo también ha sido cortado. Tuvieron que aplicarle un torniquete y poner toallas sobre la herida, mientras una ambulancia del 112 venía a darle los cuidados básicos. Una vecina entretuvo a los niños en la otra parte de la casa, mientras la otra era una especie de boudeville con policías nacionales, sanitarios y equipo médico.

Vamos al hospital, son las once de la noche. Allí está, mi cuñada, en la zona de urgencias, mi hermano está estabilizado y esperando que lo metan en quirófano, aun no pueden porque poco antes del accidente se comió un enorme sandwich (y como él confesó más tarde, un plato de macarrones). Entro a verlo, está en una cama, incorporado y muy tranquilo, ya no tiene dolor. Me describe con todo lujo de detalles innecesarios cómo fue su todo y cómo pudo verse el hueso de su pierna. Esa es, amigos míos, la marca de la familia ¡nos encantan los detalles macabros!.

-Cuando partí la puerta de cristal me quedé mirando la herida, pero seguían cayendo enormes pedazos de cristal encima mía, Rosa -su esposa- estaba detrás y me dió un empujón... creo que me salvó la vida.

Mi hermano hace una emotiva pausa.

-Somos más frágiles de lo que parece. Esa noche pasaron muchas cosas más, mi hermano entró en quirófano, no sin antes hacer chistes con el anestesista. Recuerdo esa mirada entre su esposa y él al salir de la operación. Mientras volvíamos a casa, yo seguía recordando esas palabras: somos más frágiles de lo que parece.

Pero no lo vemos así, ¡nos sentimos invulnerables!, tomamos decisiones temerarias, asumimos peligros irracionales, nuestro exceso de seguridad se torna en soberbia a menudo. Nos creemos eternos, pero no lo somos, somos frágiles, sí, y también efímeros, nuestra vida es corta, apenas nos da tiempo a aprender mucho, somos frágiles. Ser consciente de ello es ser saludable realismo. Ser conscientes de esto debería movernos a ser humildes, y reconocer que no somos dioses. Nuestra vulnerabilidad va más allá de lo físico y se extiende a lo moral, a nuestra voluntad débil, y nuestros valores torcidos. Nos creemos nobles y generosos, no lo somos.

Quizás el camino para salir de esta debilidad sea reconocer que no somos invulnerables.

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2/9/14

La vida desde el otro lado

 photo 20140901_150959_zpsklhmabcs.jpgA ver, que no estoy tan mal. Tengo que guardar reposo y me estoy recuperando de una tonta y vergonzosa caída. Puedo apoyar algo el pie, y tengo algunas molestias, pero más vale que me tome en serio la recuperación, o tendré lesión para largo.

Un amigo me prestó unas muletas, algo fundamental, de lo contrario mis paseos al metro serían una agonía, ya que al no apoyar bien el pie, apoyo partes del pie que se terminan agotando, y los músculos que no están diseñados para sostener todo el pie se acalambran con el esfuerzo.

Lo interesante son las cosas que estoy aprendiendo de ir por la vida con muletas:

1. Andar con muletas es un arte. Vale la pena fijarte bien en cómo colocar el peso, coordinar el paso, mantener el ritmo.
2. Caminar con muletas es un ejercicio intenso. Me pongo a sudar como un pollo, noto el agotamiento en los músculos, tríceps, pectorales, antebrazos..... ¡me voy a poner hecho un toro!.
3. Cómprate unos guantes. Fui a El Corte Inglés y me compré por 9,95 Eur unos guantes de ciclismo de buena calidad, con almohadillas en las zonas que entrar en contacto con la agarradera de las muletas.
4. Cuando vas con muletas te vuelves invisible. Para la gente que camina por la calle eres un obstáculo, una especie de molestia que detiene su velocidad, para la gente que va en el metro eres un ser invisible. A esto le quiero dedicar un tiempo.

Las crónicas del hombre invisible.
 photo 20140902_091200_zpsnfnorq5j.jpgComo he dicho no estoy mal, podría estar de pie en el viaje en Metro, es más molesto que para una persona normal, me canso antes, pero nada que sea insoportable. No obstante mi aspecto con mis muletas es el de alguien en peores condiciones.

Hoy entré el el vagón y todos los asientos estaban ocupados. Quise irme al fondo, un sitio discreto (y cómodo, porque puedes apoyar la espalda en la pared) pero ya había personas leyendo. Así que me quedé en el centro, donde está la "barra de striptease" y comencé a notar como todos los que estaban sentados, de manera sincronizada, desviaban la mirada.

En el Metro hay sitios habilitados para embarazadas y para falsos cojos, como yo, es por eso que otros miraban fijamente a los que con toda tranquilidad ocupaban esa plazas sagradas. Tras unos segundos de desconcierto, y con mis muletas señalando sus conciencias, una mujer de otra fila más distante de asientos me cedió su sitio. Yo no sabía qué decir:

-Le agradezco mucho su gesto, en realidad me hice daño jugando al láser combat en la Campus Mac, no es tan grave como parece.

No, no podía decir eso.

-¡Escuchad conciencias culpables!, ¡mirad el ejemplo de esta noble mujer de Hispania, cediendo un sitio que por derecho era suyo para que yo, pobre tullido, lo ocupe!, ¡escuchad, vosotros que con vuestras nalgas mancilláis ese lugar consagrado a matronas, venerables ancianos, o míseros como yo!, ¿acaso no os da vergüenza robar al menesteroso?, ¡yo os acuso, gentes ruines y mezquinas que no merecéis el nombre de humanos!, vosotros que....

No, tampoco podía decir eso.

Esta es la triste historia de la humanidad. Es más fácil mirar para otro lado, que ceder tu lugar al que lo necesita. Espero que cuando me libre de mis muletas no olvide la lección.