15/11/19

Titus, el repartidor Cyberpunk

Llama la atención que el país entero se movilice (o al menos los medios de comunicación) para hablar sin cesar de la importancia de cambiar los huesos de Franco de sitio. Pero nadie habla de que hoy Hacienda ha tenido que sacar 600 millones de la hucha para pagar las pensiones, porque amigos, a pesar de que haya políticos que prometan garantizar por ley las pensiones, no hay dinero para pensiones. Tampoco se habla de desempleo juvenil, ni de los trabajos precarios sin contrato laboral, ni derecho a despido, ni seguridad social, los trabajos de repartidor.

Para muchos jóvenes la única salida laboral es repartir comida a domicilio, jugándose el tipo en las carreteras, trabajando como un mulo, por un salario escaso. Estudiar no es garantía de tener un empleo decente, a no ser que te salgas al extranjero.

La otra opción es retransmitir tu vida en Twitch, como hace Titus, un repartidor de UberEats que gana más dinero con los suscriptores que llevando hamburguesas del Goiko Grill en su moto.

¿Cuál es la razón por la que los jóvenes siguen el día a día de Titus en su moto Hyosung comet estilo naked del 2011, de 250 cc y dos cilindros con 42000 kms y con un consumo de 20 Euros en dos días de curro (toda esta info está sacada de su canal)?

Quizás muchos de estos espectadores tengan amigos que están quemando pedales y tragando monóxido de carbono haciendo el mismo trabajo que Titus. Quizás otros encuentran más entretenido y más real el streaming que hace en directo, comenzando la jornada comprando por 1 Euro un café de bote en el chino, y esperando que le llegue un pedido frente al centro comercial Diversia en Alcobendas, mientras recibe mensajes en su tablet Huawei unida con accesorios de la GoPro a su moto. Los ojos de sus espectadores son la GoPro que lleva con un arnés en su pecho y que la tablet Huawei Mediapad emite a Twitch. Si las cosas se ponen feas una batería externa ayuda a superar las cuatro horas de emisión. Amigos, estamos ante la nueva TV, sin medios de producción, sin presupuestos ni equipos. Tan sólo un colaborador de Titus llamado Soap echa una mano moderando el chat y mandando mensajes, así como metiendo clips de vídeo cuando hay problemas de conexión. El clip de vídeo es una imagen de GTA en la que el protagonista (con la cara de Titus) camina de frente. Para muchos la vida de Titus es parecida al GTA, a veces Titus pregunta a los espectadores qué hacer, ¿me compro un Monster o me pido un café?, ¿voy a Chamartín o a Alcobendas?. De vez en cuando alguien se suscribe al canal y suena la melodía de “We will rock you”. Vemos a Titus moverse entre el tráfico, hablar con los dependientes de McDonald´s, con el chino que le vende Monsters, o dar las gracias al cliente que ha hecho un pedido en UberEats. ¿Pasa algo especial? No, pero aquí todo se vive con expectación, ¿Cuánto han pagado a Titus por ese pedido?, ¿debería aceptar un pedido vía aplicación de Uber, valdrá la pena?, la gente opina y Titus sigue la votación. No es como controlar a tu personaje del GTA, pero sí te sientes parte de lo que hace Titus.

Una cliente le hace un pedido y cuando llega al destino le escribe un mensaje diciéndole que se ha equivocado y que la entrega se hace más lejos (15 minutos más lejos, la clienta, una sinvergüenza, quiere ahorrarse unos portes más caros), ¿qué hace? El canal opina, pero Titus opta por hacer lo correcto, le lleva el pedido igualmente cumpliendo su obligación, aunque salga perdiendo, así es la vida de los repartidores, si salen perdiendo es algo que asumen ellos.


La interacción es total, muchos los seguidores ya nos conocemos, y algún que otro seguidor de Vidas en red ha salido mencionando mi recomendación. La madrugada avanza, y con ella el frío, Titus moquea, se acerca a una ventana de pedidos de un McDonalds 24 horas, allí hay otros repartidores, algunos lo conocen, otros le preguntan por la cámara que lleva en el pecho. “Es por seguridad, por si me roban” dice a veces, otras veces explica qué es Twitch y que lo que hace lo están viendo en directo miles de personas.

El factor “moto” es fundamental, Madrid es una gran ciudad, pero Titus se mueve por ella como si fuera por el mapa del GTA, recorre la zona norte de Madrid como si fuera su barrio. Disfruto reconociendo lugares comunes y conocidos, tiendas, calles, lugares que hace años que forman parte de mí. La jornada de Titus suele terminar visitando la gasolinera y echando los quince Euros preceptivos.

La palabra “Cyberpunk” aparece a veces. No es baladí: una moto, una gran ciudad, un repartidor de un futuro hiperconectado en un trabajo de miseria, recibiendo pedidos en una Tablet Huawei. La pantalla está dividida, en un lado Twitch, con su comunidad de seguidores, en el otro la aplicación de GPS o la de Uber con la que recibe los pedidos. Titus no tiene teléfono, es curioso, yo tengo un modelo semejante de Tablet (quizás incluso tengamos la misma, la M3) y dispone de función teléfono.

La conexión no es problema, Titus tiene una línea de Vodafone con una tarifa plana de datos ilimitada. Cuando le preguntan por su plan de datos responde que su operador es TitusPhone, se niega a hacerle publicidad al operador. Es extraño encontrar a creadores de contenido que saquen partido a las nuevas conexiones. En Twitch la gente emite partidas online desde sus confortables habitaciones, pero nadie hace lo que Titus: emitir desde la calle.

 


Para él su comunidad es de gran apoyo, sobre todo en algunas experiencias que no son nada fáciles. Y la puerta de entrada es una Tablet muy castigada, con un dock casero fabricado por él mismo. En la pantalla tipo POV vemos a la Tablet en el centro, o bien sobre la moto (atornillada con un soporte de cámara GoPro) o bien en la mano, mientras camina por la calle o recoge un pedido. Vivimos en ese futuro, un mundo hiperconectado, no sólo Titus, sino también los espectadores, todos lo siguen desde móviles y Tablets, nada de pesados PC´s encadenados a una pared con varios cables. Es el mundo inalámbrico, señores, un mundo más libre, y más encadenado. Repartidores mal pagados y adolescentes sin blanca viviendo la vida desde dos lados diferentes.

Yo me voy a la cama mientras Titus acepta su último pedido, el termómetro se acerca a cero, y eso, en la moto es mucho frío. Parece que en la calle sólo quedan repartidores, escuchamos a Titus responder a nuestras preguntas con el micrófono que lleva en el casco. Sorprende que la gente sigue pidiendo comida sea la hora que sea. Para no perder la conexión sube por las escaleras.

Cuesta trabajo irse a dormir, es el mal del siglo XXI, la sensación de algo está pasando en la Red y nos lo estamos perdiendo.

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