Foto Moto G 2ª Generación
No sé en qué momento perdí el norte. Todo empezó como un blog centrado en la tecnología, pero sobre todo en la experiencia de usuario, en la pasión por contar historias humanas, en la ficción, en el Cyberpunk, en soñar con lo que se podía hacer. Pasé años de relativo anonimato, aunque debo decir que los apasionados de la tecnología como yo, siempre estuvieron ahí, gente como Neobius (de quien no sé nada hace eones) o Crendon (que siempre nos traía noticias de las maravillas niponas), o Jonathan de Chile, un verdadero superviviente, y para mí un ejemplo.
Luego llegó el frenesí cacharrero (¿cómo negarse a ello después de tantos años de relativas privaciones?). Ahora añoro ciertos momentos de esos años que viví con mucha ilusión.
Desde hace meses comencé a frenarme, sí, he seguido comprando, vendiendo, y probando algún chisme que me han dejado, pero no es lo mismo. Reflexionando sobre las bases de Vidas en red, y de la experiencia personal, que en el fondo es lo que nos gusta a todos, es sobre lo que quiero volver.
Ahora tenemos los medios, incluso tenemos el ancho de banda, pero alguien que ama la lectura y la escritura en el fondo lo que necesita es de cierto aislamiento, de ausencia de distracciones, de campanas de notificaciones y de vídeos. En eso me tengo que centrar, en eso me quiero centrar. Quizás por eso el tono de mis post vuelva a ser más extraño, y no sepáis cuanto es ficción y cuanto hay de realidad. Conversodamus vuelve, y Caleb, también Diógenes, ese chico que construía sus propios súper servidores, y todos esos relatos que se agolpan en mi cabeza y que me empujan a despertarme a media noche y a tomar notas en la pantalla cegadora de mi Smartphone.