Post mobile. Voy camino de Las Rozas, en mi mochila va conmigo el vetusto Lenovo X220, un equipo de segunda mano al que le he hecho alguna modificación, un disco SSD, y una batería nueva. No es el último grito en equipos, de hecho la batería está mucho más limitada que un moderno MacBook, pero es funcional, es robusto, y tiene el encanto de las cosas que has montado tú. El sistema operativo es una licencia de Windows 10 que compré en eBay. Y va de lujo, arranca en escasos segundos y las aplicaciones se mueven a la velocidad de la luz.
Lo que siempre me ha gustado de un portátil es su función más básica: máquina de escribir. De hecho si te fijas bien es lo que parece, un teclado y donde antes estaba la blanca hoja de papel ahora hay una pantalla rígida. Estoy escribiendo un artículo de la genial serie Rick y Morty para la revista digital Entre líneas con la que estoy muy feliz de colaborar. Para ello uso Google drive, con el sencillo procesador de textos que no necesita estar siempre conectado, voy en tren y la conexión va y viene, entro y salgo de túneles.
Una aplicación que ha tenido algunas mejoras es Manuskript, para mí el mejor Outliner, la mejor aplicación de escritura creativa que hay. De hecho he vuelto a hacer una donación (no muy grande, sólo 10 USD) para darle mi reconocimiento y gratitud por su increíble trabajo. Creo que dentro de los pocos idealistas que hacen cosas por los demás como estos programadores, hay que darles el reconocimiento que se merecen, egoístamente es la mejor forma de animarles a seguir haciendo esas aplicaciones. Lo que sí sería verdaderamente genial es que Manuskript estuviera en la nube. Cuanto más lo pienso creo que es la solución a muchas de nuestras necesidades. La Nube es multi dispositivo, es ubicua, no necesita copias de seguridad.
El portátil suelta bastante calor, eso es lo que menos me gusta de este equipo, anoche no lo puse a cargar tras estar trabajando con él un rato en la cama. Encuentro muy cómodo escribir así, tumbado, una almohada como apoyo del equipo y desde esa posición aguanto fácilmente 40 minutos de trabajo. Sigo trabajando en mi artículo, esta es la parte interesante, la revisión y pulir la redacción del mismo es la parte que me resulta insoportable, como decía el escritor de la "Guía del autoestopista galáctico" Douglas Adams: prefiero haber escrito que escribir.
Un portátil es una máquina portátil de escribir. En la época de las máquinas de escribir salieron las máquinas portátiles, con una especie de "tapa" que tenía un asa y las convertía en una especie de maletín. Muchos de esos escritores de a centavo por palabra las llevaban a todos lados para cubrir sus cuotas de escritura.
En Kickstarter tienen un proyecto: la HemingWrite, un híbrido entre máquina de escribir y portátil del Toysrus, es tuya por 419 Euros. Sin duda un producto para fetichistas. Tiene su encanto, pero cuando te sientas a pensar si lo usarías.... lo dudo, seriamente. En el podcast de Sospechosos habituales creo que han encontrado en el iPad mini y en un teclado de calidad el dispositivo fetiche de escritura.
El concepto portabilidad es fundamental. En un mundo no digital estas máquinas eran la oficina de un soldado en el frente, de un reportero desplazado, o de un escritor en un vagón de tren. No era raro que junto a las maletas alguien tuviera ese peculiar maletín con asa que lo identificaba claramente como una máquina de escribir.