¿Vuelven las tablets? ¡Pierden las tabletas!
Con la pandemia han crecido las ventas de Tablets, después de una caída constante. También es cierto que han subido las ventas de portátiles, ¡y de monitores! Pero ¿qué significa esa tendencia?
Por un lado tenemos el asunto de las clases online, un tema que a muchos les pilló desprevenidos. Los estudiantes son muy de teléfono móvil, Tiktok es la aplicación reina, WhatsApp (al menos entre los españoles) es la red social, y los juegos en la pequeña pantalla son los que les seducen. Las tablets hasta la pandemia eran cosa para sus padres de vista cansada, o para su hermano, el bebé que quería ver Pocoyó mientras el resto de la familia intentaba comer en paz. Se ha dicho que las Tablets las han comprado teletrabajadores, pero no termino de entender cómo es posible que se pueda trabajar desde una Tablet. ¿Puede un contable, un administrativo o un abogado rellenar un informe desde el teclado táctil de una tablet? Alguno dirá que con un sencillo teclado BT bien puede, pero entonces ¿no es mejor adquirir un portátil? El único trabajador que sé que puede necesitar una tablet es un comercial, un empleado de MacDonald que recoge pedidos en el MacAuto, un empleado de aerolínea que adelante el checing en la cola de pasajeros de un aeropuerto, y casos contados. Si piensas que es una buena idea comprarte una Tablet para tener reuniones por Zoom (sí, se puede) pero para usar un Excel, o trabajar en el portal web de tu empresa haciendo telemarketing y rellenando una ficha de un CRM (no, mala idea). La tablet es para consumir contenido.
Los portátiles son otra historia. Si bien es cierto que un portátil no te va a dar la comodidad de trabajar en tu escritorio con dos monitores (el que no lo haya probado que lo haga, es una delicia), al menos un portátil sí te permitirá hacer todo lo que haces en la oficina, sea escribir un informe, dar soporte a un cliente vía acceso remoto, o lo que sea. No, no es tan cómodo, pero sirve. Algunos incluso han empezado a comprar portátiles para hacer minería.
Y así llegamos a la escasez, la pandemia unida a la alta demanda de productos electrónicos está poniendo en aprietos a los vendedores para atender la demanda actual. No podemos (o no queremos) ir a las salas de cine, pero queremos ver nuestras series, jugar nuestros juegos y hablar con nuestros seres queridos vía video conferencia. Y algunos no estaban bien equipados, o bien ahora se han encontrado con dinero y han decidido actualizar sus equipos.
En el podcast del amigo Comercial Geek comenta el aumento de ventas de la tablet de Samsung S6, el modelo de gama alta de hace un año, que ahora se puede encontrar a buen precio, y que es una magnífica tablet.
La pregunta es ¿hemos llegado a volvernos una sociedad más tecnológica?
No. El teletrabajo es un parche temporal, algunas empresas lo han implantado, pero de manera temporal. No tenemos esa mentalidad, y no la tendremos en mucho tiempo. Las clases online son otro parche temporal, principalmente porque los padres no están en casa, y porque no son ideales, sobre todo cuanto más joven es el alumno y más tendencia tiene a dispersarse. O cambiamos la metodología educativa o las clases online no funcionan, el modelo de “siéntate y escucha” está bien si el profesor está viendo si el alumno atiende (o parece que atiende). Para un modelo de clases online creo que deberíamos pasar a un tipo de clases que impliquen el trabajo activo del alumno, con partes teóricas y partes que impliquen la investigación, resolución de test, trabajos, etc.
Sólo una segunda pandemia nos “ayudará” a dar el salto definitivo a la digitalización. Aunque todavía parece lejano el fin de esta primera pandemia, cuando volvamos a la normalidad muchos estarán encantados de volver a las clases en la Facultad, a las oficinas y a las máquinas de café.
Sí es cierto que han cambiado algunos hábitos, como comprar comida a domicilio, o darnos de alta en Netflix. Para que haya un cambio real deberían pasar cosas como:
- Que el trabajador pudiera disponer de una serie de días para teletrabajo, por ejemplo dos o tres días de la semana a su elección para teletrabajar.
- Que los estudiantes puedan tener una plataforma educativa bien funcional que les permita seguir aprendiendo.
- Que la administración permita hacer todos los trámites online.
- Que los estrenos de películas estén todos en plataformas de streaming.
- Que las consultas médicas, si bien no todas, pero sí algunas, se puedan hacer por vídeo conferencia. En Sanitas mi esposa se ha ahorrado algunos viajes para simplemente citas que se solventan en dos minutos para dar resultados de pruebas, o prescribir tratamientos.
Como podéis ver no digo nada del comercio online, las empresas, empujadas por el arrollador éxito de Amazon se han puesto las pilas, hoy en día es posible comprar casi cualquier cosa online, o incluso dar de alta casi cualquier servicio por teléfono o vía web.
Para que el cambio se produzca a lo que describo en algunos de mis relatos como “Un mundo en solitario” donde las ciudades son casi fantasmas automatizados, desiertos que funcionan las 24 horas ajenos a la presencia humana, con cajeros de auto compra, y con líneas de autobuses automatizadas, falta tiempo, y falta otro desastre.
Si tras esta pandemia, que está teniendo unos efectos terribles en muchas economías, viniera una segunda pandemia, las cosas podrían cambiar. De hecho mucho me temo que va a venir una segunda pandemia más virulenta que la primera. Mucho me temo que vendrá una cepa del nuevo SARS más contagiosa y más mortal que desate un pánico real. Si este temor se hiciera realidad, con una segunda pandemia incluso más prolongada, entonces la transformación de nuestra sociedad a una digitalización donde la automatización se apoderaría de muchísimos trabajos que hoy realizan humanos. Los trabajos terminarían especializándose y sólo un 30% de las personas que no tienen más remedio que salir de casa para trabajar terminarían trabajando en casa.
Eso implica dos cosas: una reducción drástica de la población mundial. Estoy hablando de un mundo en el que quizás queden unos quinientos mil millones de personas. Con una mayor mortalidad en países con sistemas de salud precarios. Un mundo con ciudades desiertas, autovías por las que no circula nadie, y barrios enteros cubiertos de maleza y enredaderas. Donde los animales salvajes recuperan el territorio que una vez les fue quitado y los humanos nos concentramos en determinadas zonas de la ciudad, o estamos dispersos en zonas rurales, dependiendo de conexiones 5G y/o satelitales.
Obviamente hablo de un escenario catastrófico, con una población, si no diezmada, al menos sí que muy mermada en lo que se refiere a números. Pero sobre todo hablo de una segunda pandemia, quizás incluso más prolongada que obligue a pensar a medio y largo plazo. Esto empujaría a la humanidad a un largo periodo de aislamiento, buscando salvar los trabajos y la economía, y con la solución en nuestras manos: la ínter conectividad.