Una de las mejores playas de la zona es la de Barry, para llegar allí tuvimos que tomar un autobús que tarda una hora y algo más en llegar y que te vale más de dos libras. Cuando llegas a Barry te encuentras con una ciudad que, la verdad, no te dice nada, una calle comercial con las tiendas que ya le empiezan a sonar a uno que se ha pateado unas pocas.
Tal vez debimos haber cogido el tren así que tuvimos que andar un buen trecho por unos barrios de lo más cutre para llegar a la playa (viva el GPS, viva Google Maps y viva T-mobile). La playa está muy bien, es de arena de verdad, y aunque el día no acompañaba para nada la gente se estaba bañando (entre gritos de alegría y congelación), creo que los únicos que dábamos la nota éramos mi esposa y yo que íbamos bien abrigaditos. Cuando no bajamos a la arena nos quitamos la cazadora, por aquello de no parecer aún más guiris en una zona en la que NO hay nada de turismo extranjero.
Estas fueron algunas cosas que me llamaron la atención:
-la zona tenía las típicas tiendas donde venden balones, camistas y barquitos hinchables. Pero lo increíble es que encontramos tres grandes salas de máquinas tragaperras, los británicos son unos jugadores tremendos.
-la mitad de la playa estaba ocupada por musulmanes (paquistaníes, etc...) estos no se mezclan con los británicos y son muy numerosos.
-había una pequeña feria con atracciones, interesante.
-en Cardiff las gaviotas son enormes y están muertas de hambre, en la Isla de Barry son enormes, están muertas de hambre y sufren graves desórdenes mentales. He visto una pelea multitudinaria de gaviotas por un pedazo de pan, da cierto susto porque como la pelea te pille en medio puedes perder un brazo.
A la hora de comer, después de dar un par de vueltas creo que elegimos el mejor sitio, la cafetería de John, un sitio con comida típicamente inglesa, el plato especial del día consistía en una comida muy típica (y muy normalita de por aquí), carne asada con salsa gravy, patatas y vegetales. El tema de los vegetales es un episodio aparte porque en Inglaterra siempre me los han puesto poco cocidos, al menos aquí en Gales saben cocinarlos.
Lo mejor de la cocina inglesa, en la que por desgracia no hay mucha variedad. Menos mal que existen los restaurantes Indios.
Como podéis ver el plato no estaba nada mal, pero aún mejor fué la tarta de manzana, casera y con un gusto a mantequilla delicioso, los dos comimos por 13 libras con las bebidas, no está nada mal.
Autobuses con una sola puerta, en Gales hemos visto que los autobuses urbanos sólo tienen una puerta, y como gente civilizada que son siempre dejan salir a los que están dentro. Si por lo que sea te despistas el conductor amablemente te frenará.
Pero lo divertido (para un españolito como yo) es que aquí las colas se respetan ESTRICTAMENTE. Cuando esperamos el autobús todo el mundo sabe qué lugar ocupa en la fila, y a nadie se le ocurriría colarse. Aquí es donde uno, por hacerse el cortés puede meter la pata. Cuando volvíamos había dos ancianitos detrás mía, así que con un cortés "after you" les dejé paso. Pero no, eso bloquea a los galeses. "¿Cómo?, pero... si usted va delante... no.... por favor". Los tipos no aceptan porque no conciben que alguien se salte el perfecto orden de la cola, y mientras un servidor intenta descubrir qué cuernos está pasando, toda la fila está paralizada y no anda mientras se resuelve el problema (en España lo normal es que si alguien se queda parado y no avanza, otros gustosamente avanzaran saltándose la cola).
En fin, esto de las diferencias culturales es la mar de divertido. Por cierto, la historia terminó en que pasé delante de los ancianitos, y tardé en procesar lo que ocurrió.