Soy un poco paranoico. No, en realidad soy BASTANTE paranoico. Soy de esos tíos que siempre están alerta sospechando de que le van a robar, y no es en vano, en el Metro ya he pillado (y denunciado) a varios carteristas, además de detectar un atraco. Soy así.
Pues bien, la historia de hoy es totalmente real. Ha ocurrido hace menos de hora y media. Estaba en mi gimnasio, en la zona de máquinas (esas en las que parece que estás entre esquiando y subiendo escalones). Coloqué con cuidado el Samsuns Galaxy S3 y activé MX Player, me quedaba la mitad de la peli "El invitado".
Toda esa tranquilidad se rompió cuando un aviso en pantalla me puso en estado de pánico: "Conectado a Wifi AndroidAP".
Os pongo en antecedentes, en mi mochila siempre llevo el Samsung Galaxy S en modo Tethering. Siempre que estoy en la calle está compartiendo su conexión de datos vía Wifi, y la SSID se llama "Android AP". Cuando estoy entrenando el Galaxy S está en la taquilla, en el sótano, que es donde están la zona de duchas y taquillas, a cierta profundidad.
Lo que pensé es: alguien me ha abierto la taquilla y se ha llevado la mochila con el Galaxy S, y se ve que al salir a la calle ha pasado por la zona de entrenamiento y mi SGS3 ha pillado el Wifi, ¿qué otra explicación había?, ¡es IMPOSIBLE que el Wifi llegara desde el sótano, imposible!, además, nunca me había pasado.
Imaginaros la situación, no me preocupara que alguien se llevara mi mochila, con mis tarjetas, unos 50 Euros y por supuesto ¡mi ropa limpia!. No, me tocaba las narices que alguien me hubiera quitado el Galaxy S con mi bono de 3 GB (creo que este último párrafo lo debo añadir a mi definición de MEEK).
Pero un poco de sentido común entró en mi cabeza: "¡pero cómo te van a robar, hombre!, quizás hay otra SSID con el mismo nombre, que es el genérico de los Android, o quizás has pillado de casualidad el Wifi". Pero aquellos pensamientos tranquilizadores no me tranquilizaban, me conozco y sé que no iba a estar tranquilo hasta ver que todo estaba en orden.
Dejé mi ejercicio y bajé a las taquillas. Un tipo viejo y en gallumbos estaba sentado al lado de mi taquilla hablando con otros. El candado seguía en su sitio, todo en orden. Fin de la paranoia. Podía volver a sumergirme en el mundo de espías y agentes corruptos.