(Post mobile) Esta mañana tocaba visitar a un cliente. Llovía bastante, así que salí del metro de Nuevos Ministerios y crucé la calle Orense. Llegué al despacho y me tuvieron esperando unos quince minutos, que los pasé intentando interpretar el significado oculto de unos cuadros más bien raros que tenían en la sala de espera.
Cuando terminé mi trabajo, me apetecía tomarme un té y conectarme a internet. Primero visité el VIPS de Orense, pero la cafetería era muy pequeña, yo quería tranquilidad. Luego fuí al Starbucks y pagué 2,15 por un té TALL (pequeño en su peculiar forma de nombrar los tamaños). Les pregunté:
-¿Tienen WIFI en el local?.
-Sí.-¿Cuanto cuesta?- pregunto inquisitivamente.
-9 Euros media hora- me dice sonriente la alegre y dicharachera muchacha- pero hace falta un ordenador para conectarse.
Y yo pienso, sí, un ordenador y una buena cuenta bancaria, juer, cómo se las gastan.
Paso de Wifi, podría haberme traido mi tarjeta UMTS. Busco una mesa cercana a un enchufe, pero no hay enchufes (llevo el portátil de la empresa). OK.
Estoy un rato leyendo, y cuando terminó entro en la parada de metro, con sus escaleras mecánicas que llegan al centro de la tierra. ¿Algún día veremos un país WIFI?, ¡FON, DONDE ESTÁS!.
