5/9/22

La verdadera trascendencia

    Este verano en lugar de escribir sólo un documento de texto cada día, que exporto a PDF (es lo que llevo haciendo desde hace años) estoy escribiendo un sólo documento de Pages. Es decir, un largo documento del que ¡llevo 22 páginas! Lo tengo dividido en secciones a las que puedo acceder rápidamente, como una especie de índice esquemático que en Pages le llaman “Marcadores”.  No es poca cosa. Para un lector futuro quizás sea una repetición de temas obsesivamente recurrentes. O quizás sea objeto de estudio. O quizás sea de un aburrimiento tal que sólo algunos seguidores muy fanáticos podrían encontrar interesantes mis reflexiones. De joven quise escribir para desahogarme, ahora quiero escribir para registrarlo todo. Piensa lo siguiente: lo que dejas escrito es un legado que te sobrevive. Aun más, lo que has dejado escrito (o grabado por el medio que sea) es una parte de tí mismo. Ahora hablamos mucho de la trascendencia, que el ser humano pueda trasferir su conciencia a la Nube, a Internet. Todo eso en cierto sentido existe, pero no como pensamos: cuando alguien se pasa treinta años escribiendo en un blog, o grabándose (como Terry) a diario, se ha trasferido a la red. Vive en la red, en el mismo sentido que un escritor vive en sus libros, puedes seguir sus pensamientos, escuchar su voz, e iniciar cierto diálogo con él. Salvando las distancias: cuando alguien lleva años escuchando mis podcast, o viendo mis vídeos y un día me encuentra por la calle, esa persona ME CONOCE DE TODA LA VIDA, yo no sé quien es, pero esa persona me conoce mucho mejor de lo que yo creo, porque no sólo me ha oído con atención, seguramente, si es mínimamente inteligente ha sabido leer entre líneas y hacerse una idea del tipo de persona que es Converso.


Antiguamente el registro de una persona quedaba en papel, hoy la huella registrada de esa persona es la suma de muchas cosas, y muchas de ellas serán audios, vídeos y textos. Una persona “normal”, no me refiero a un creador de contenido, deja toneladas de audios (sólo en WhatsApp si un investigador se dedicara a recopilarlos juntaría un buen número de ellos), si sumas los vídeos de redes sociales, ¡o de Tiktok! Sería enorme. Pero un creador de contenido de la era digital es un prodigio de la creación, un monstruo capaz de parir más vídeos. Terry Davis, a pesar de lo polémico que era debido a su enfermedad mental no sólo se grababa hablando ¡se grababa trabajando en TempleOS! Se grababa a las cuatro de la madrugada conectado en una cafetería mientras miraba vídeos, o practicando con la batería. La cantidad de vídeos que ha creado son enormes. Me llama la atención de que sus leales seguidores no sólo se entretuvieran en almacenarlos, sino que en el chat de Odysee hay gente que pide vídeos de una fecha determinada por que su “colección” está incompleta. 


Tal como están las cosas ahora, puedes subir a la red todo el texto, audio o vídeo que quieras. Sin límites. Puedes subir a Blogger, Youtube, y servicios equivalentes. Tienes archive.org que es una de las grandes maravillas de Internet (al que hago mis aportaciones). Podrías grabarte 24 horas y subirlo a Twitch, o a Odysee. Si nadie lo ha hecho aun es porque no tiene la voluntad de hacerlo, o porque no está lo suficientemente loco, ¿por qué no? Hay gente que hace otras cosas por razones mucho más peregrinas (“lo hice porque quería saber si se podía hacer”, “lo hice porque nadie lo había hecho todavía”).


Uno de los chismes más interesantes que tengo a mi alcance es una Dashcam. Es una cámara que almacena vídeo de manera continua. Digamos que, en función de su tarjeta de memoria puede almacenar 50 horas de vídeos, pues bien, siempre está grabando de modo que los vídeos más antiguos se borran para dejar sitio a los vídeos más nuevos. Hace poco me dijeron de alguien que siempre se presentaba a una reunión con dos smartphones, y con uno de ellos lo grababa todo en audio. Me pregunto si esa visionaria persona almacena esos datos en alguna nube y si ha decidido cómo hacer para que esos audio le sobrevivan. Yo haría una cosa: lo subiría todo a archive.org es decir, lo enterraría todo en el bosque es Archive. Y quizás programaría un correo de Gmail a algunos amigos indicando cual es enlace. Eso se puede hacer con Gmail: programar el envío posterior de un correo. Por ejemplo, programar un correo a algunas personas de confianza diciendo: “Si has recibido esto es porque he muerto, en estos enlaces están todos los audios que he ido guardando en mi vida”. Pero ¿qué ocurre si pasa la fecha de vencimiento del email y sigue vivo, pues muy sencillo, programa otro email a seis meses y borra el mail más cercano. Y eso lo irá haciendo cada seis meses, programar un correo con sus tesoros recopilados. Me doy cuenta de que aquí hay material para un buen relato.