18/10/12

El Escritorio y la filosofía MEEK

Estaba leyendo recientemente un artículo sobre la casa museo de C. S. Lewis, uno de mis autores favoritos. Entre las preciadas posesiones del escritor de las "Crónicas de Narnia" y "Mero cristianismo" estaba el escritorio de madera sobre el que trabajo en numerosas de sus obras, la foto es emocionante por el valor sentimental que tiene, pero también me hizo reflexionar sobre cómo han cambiado los escritorios a través del tiempo.

El escritorio "antiguo" constaba de una mesa con cajones, en ellos teníamos almacenadas nuestras libretas, carpetas, folios, notas, cuadernos, tinta, bolígrafos, etc... Aun recuerdo mi escritorio de mis días de estudiante, con sus cuatro cajones a la derecha, y sobre él, una estantería de dos baldas con mis novelas favoritas.

PhotobucketAhora mi escritorio es muy diferente. Lo llevo conmigo a todos lados, cosa que no podía hacer con mi antiguo escritorio, por temas prácticos y de fuerza física. Ahora llevo mis novelas, pelíclas (sin necesidad de tener que cargar con una TV ni con vídeo reproductor), llevo todos mis escritos, notas, facturas, tarjetas de visita, la agenda (que tiene más entradas que mi antigua agenda), los últimos relatos que estoy escribiendo, ensayos en PDF, notas de reuniones, la agenda de numerosos años, hojas de cálculo, más fotos que todos los álbumes de fotos analógicos que he tenido nunca, más música que todos los cassetes que tenía, además de gran cantidad de grabaciones en audio, Comentarios, Diccionarios, libros de consulta... e Internet.

Mi escritorio es mi iPad, va con un teclado, a veces sin él. Otras veces mi escritorio viaja conmigo en el Nexus 7, en el que además llevo cómics, siempre viaja conmigo en mi Galaxy S3, y ahora me acompaña en un ultra delgado y diminuto iPod touch de 5a Generación, cuyas prestaciones rivalizan con el S3. Todos son estos son mis escritorios y viajan conmigo, son ubicuos. Además de escritorios son laboratorios de revelado de fotos y avanzadas mesas de edición de vídeo.

A veces, cuando estaba lejos de mi cuarto, echaba de menos mi escritorio de madera y los tesoros que escondía allí. Ahora puedo estar sentado en una mesa del Vips (restaurante cafetería) con mi iPad, disfrutando de muchas más posibilidades que las que tenía con mi lejano escritorio. Otras veces estoy dentro de un vagón de metro y llevo mi Smartphone en mi mano mientras accedo a Google Drive y miro los cientos de documentos que he escrito. Otras veces estoy montado en un autobús y estoy leyendo feeds desde el Nexus 7, en su magnífica y cómoda pantalla.

Mi nuevo escritorio es ubícuo, puede ir conmigo con total comodidad. A veces cargaba con mi máquina de escribir Olivetti lettera 12, me la llevaba a la playa, mi padre se sorprendía que cargara con semejante armatoste, ahora cuando voy a la playa a ver a mi padre, o a casa de mi madre lo llevo todo en un espacio mínimo.

Los escritorios han cambiado, y nosotros tenemos una OBLIGACIÓN MORAL con aquellos que nos precedieron y no vivieron con las comodidades que nosotros tenemos, esa obligación es producir contenidos, crear cosas que hagan la vida de otros más feliz, más rica, más profunda. Graba un podcast, escribe un post, haz una foto, anota un pensamiento, escribe una reseña de un libro, comenta esa experiencia que tienes, que por pequeña que sea enriquece la vida de otras personas. Tenemos esa deuda, nuestros escritorios son un don del Cielo y no deben ser dedicados a consumir contenidos únicamente, sino a hacer más grande y más rica la red. En eso se basa la filosofía MEEK, en la responsabilidad que los usuarios de la tecnología actual tenemos.

Quizás un día miraremos con envidia las tecnologías que otros tendrán en el futuro y diremos a nuestros descendientes: ¡no seais irresponsables!, ¡no seáis consumidores egoístas!, ¡producid, cread, pensad, compartid!.


Escrito desde mi iPad.