15/12/10

Coleccionando maleducados

Hace dos Sábados, zona de dulces navideños del Hipercor, una señora cercana a los sesenta años saca un polvorón, lo mordisquea, lo vuelve a envolver y lo deja en la caja. Repite la operación una y otra vez, indiferente ante nuestra mirada de estupefacción.

Esta semana, frente a un puesto de frutos secos y golosinas, un jóven pasa por delante de los frutos secos, hunde la mano en un recipiente lleno de cacahuetes y se mete un puñado en la boca.

Cada vez que me ocurre esto recuerdo las palabra de ese gran personaje de ficción que es el doctor Hannibal Lecter, quien afirmaba que sólo se comía a los maleducados.

Portátiles en el tren



Vuelvo de Getafe, cansado, contento. El vagón no está totalmente lleno, entran unos cuantos estudiantes de la Universidad. Y uno de ellos que no lleva más libros que su portátil toma asiento y saca su enorme portátil mientras se pone a leer y escribir.

Una escena que por desgracia no se puede repetir en todo el planeta, gracias a Dios me siento razonablemente seguro de poder sacar mi smartphone o mi iPad en el tren, eso sí, siempre suelo echar un vistazo y ver si hay elementos sospechosos, o demasiada aglomeración de gente. Recuerdo una vez que cené con Zordor, cuando ya volvíamos a casa, tarde, que me dijo: "una de las cosas que me gustan de Japón es poder sacar mi portátil en el metro, ahora me encantaría sacar el Mac y estar todo el camino de vuelta a casa mirando mis archivos".

Pues bien, sin duda no hemos llegado a los niveles de seguridad de Japón (no tanto porque no haya más policías, sino porque allí hay menos chorizos), pero poco a poco veo a más gente sacar sus gadgets en el Metro.