No sabía qué pensar, así que al final me decidí a hacer un pequeño desembolso. Comencé a usarlo por curiosidad, me sorprendió lo bien que iba, pero pronto me aburrí y lo dejé en un cajón junto con los demás equipos. Así estuvo cuatro meses, cuatro meses en los que no hice ningún intento de venderlo, la verdad, algo en mí me decía que me arrepentiría de venderlo.
Al día siguiente tuve que salir para un viaje largo, no me apetecía nada hacer ese viaje de trabajo, casi sin pensarlo metí en mi mochila el Chromebook, “bueno, que sea lo que tenga que ser, pensé, al menos no me costará moverlo”. Mi destino era Qattar, un vuelo largo, con transbordo. Todo para hacer una inspección de un centro de datos, despedir a un empleado que sobrevolaba el concepto de vago, y básicamente hacer cosas que podia hacer remotamente, pero mis jefes se habían empeñado en que fuera.
Las cosas se pusieron molestas porque perdí mi enlace en Berlín, una fuerte nevada (decían) había obligado a cancelar los vuelos. Menos mal que en mi mochila tenía utensilios de aseo y mudas de ropa limpia. La compañía no se hacía cargo de nuestro alojamiento al no ser una cancelación causada por ellos. Fuí a una de las cabinas de ducha del aeropuerto donde me aseé y luego pagué por una habitación cápsula, idénticas a las de los hoteles japoneses. Estaba muy cansado, me quité los pantalones, dejé la mochila a un lado y el Chromebook cargando (estaba al 58%, pero siempre me gusta tenerlo al 100%) y me dormí muy profundamente. Demasiado profundamente.
Desperté seis horas después, alertado por el increíble silencio que había. Es como si se hubieran ido todos. Realmente me desperté sobresaltado. Abrí una mirilla de mi cápsula, no vi nada, ni a nadie. Era muy extraño. Abrí el Chromebook y me conecté a la red del aeropuerto, una red de 1 Gbps (ya podíamos aprender en España), lo que leí me dejó sobresaltado.
TROPAS RUSAS SE HACEN CON EL CONTROL DEL AEROPUERTO PRINCIPAL DE BERLÍN.
¡Una guerra con Rusia!, aquello no tenía sentido. Eché otro vistazo, no había nadie.
ESTADO DE ALERTA MÁXIMO EN LA UNIÓN EUROPEA POR EL ATAQUE DE LA FEDERACIÓN RUSA A LA CAPITAL DE LA ALEMANIA.
Volví a mirar. No había nadie, ni siquiera movimiento. Conecté los auriculares, las noticias daban la misma absurda información, pero ¡yo no escuchaba disparos ni nada!. Estuve durante un tiempo que me parecieron minutos toda esa basura sobre el ataque de Rusia. Cuando miré el reloj del Chromebook vi que habían pasado dos horas, me dolía la espalda de la posición, y lo que era peor, necesitaba orinar con urgencia o rompería aguas allí mismo.
No era una opción, tenía que ir al baño. Así que me vestí, llevando encima los pocos enseres que me acompañaban y activando el modo sigilo fui a uno de los baños. Lo poco que ve de la terminal en la que estaba es que no había nadie. Una vez dentro del baño coloqué la señal de que estaban limpiando el baño, con la esperanza de que si alguien armado iba a merodear que dejara pasar el aseo.
Acostumbrado a dudar de todo lo que la prensa decía, opté por no creer la versión oficial y ver por mí mismo lo que estaba pasando. Pero antes de eso decidí mandar un correo a mis familiares explicándoles mi situación. Escribí el correo sentado sobre la taza del váter, bebí agua, respiré hondo y decidí explorar mi entorno.
Que siga, por favor...
ResponderEliminara la espera de la segunda parte, que buen relato!!!
ResponderEliminarun saludo desde Medellín, Colombia Presidente
Yo no esperaba encontrar a un paisano por aqui en este blog jajaja, saludos paisa
EliminarY donde esta el resto del relato !!!!!!! O-o!
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