Gold farmers, los ciberesclavos de los juegos online (MMORPG)

Hacinados en un dormitorio caluroso, sin ventilación, comiendo en el mismo sitio de trabajo, durmiendo sobre esterillas en el suelo. Esa es la vida de los Gold farmers, los trabajadores-esclavos de China que trabajan 14 horas a la semana de Lunes a Domingo por 50 dólares al mes.

Los juegos online en mundos persistentes permiten que miles de persones interactúen en gigantescos mundos. No sólo combaten, sino que también invierten miles de horas en ganar objetos, armas, pócimas, conjuros, monedas de oro (virtual). Para conseguir esos objetos del juego es necesario emplear muchísimo tiempo, seguramente mucho más de lo que las 3 horas diarias que el jugador normal emplea. Es por eso que casi desde el principio de estos juegos surgieron mercados negros en los que se intercambiaban objetos ganados en estos juegos. Por supuesto las mismas normas que establecen las empresas creadoras del juego prohíben este tipo de intercambios lucrativos, pero esto no ha sido impedimento para que crezcan las compraventas.

En China existen apartamentos en los que prácticamente se está jugando las 24 horas, World of Warcraft, Lineage 2, son sólo algunos de los juegos que allí se emplean. Decenas de jóvenes chinos pasan las horas jugando, ganando objetos que luego serán vendidos a jugadores Occidentales por un dinero del que ellos sólo verán una ínfima parte.



Esta es la realidad, pero ¿qué piensan los jóvenes "esclavizados"?. Según ellos mismos cuentan a las cámaras, no parecen estar descontentos. En China es realmente difícil conseguir un trabajo, cuenta uno de ellos, aunque lo que ganan es muy poco, están haciendo algo que les apasiona: jugar. Además, pueden probar los mejores juegos mucho antes de que salgan al mercado. Su familia no cree que lo que ellos hacen realmente sea un trabajo, no les parece que jugar sea algo serio.

Así que la pregunta es ¿son adictos o sólo trabajadores explotados?.
Conforme el mundo online crece, van surgiendo mercados de trabajo y negocios virtuales que requieren mano de obra pero que todos tienen una cosa en común: la deslocalización. No necesitan estar implantados en Nueva York o en Madrid, pueden estar en una aldea de El Cairo, o en Barranquilla, o en Bagdag, con tal que haya una máquina conectada a internet es suficiente.

La cosa no ha hecho más que empezar, poco a poco los mercados Asiáticos y latinoamericanos descubrirán que son competitivos por sus bajos precios. De hecho ya se están intentando meter en Europa y Norteamérica. En algunos casos no tendrán éxito (debido a la especialización y la calidad de lo que ofrecen) en otros, en muchos otros sí.

El auge del software libre, el abaratamiento de la conexión a internet y de los equipos, van a propiciar que un adolescente pueda aprender acerca de programación, idiomas, inversiones bursátiles, electrónica, minería de datos, hacking y seguridad, etc... y pueda ofrecer por mucho menos de lo que aquí se paga servicios de programación, traducción, información, seguridad, etc... Si el conocimiento está al alcance de la mano de cualquiera que tenga internet y el capitalismo nos enseña que el capital del trabajador es precisamente sus conocimientos y su fuerza de trabajo, hemos llegado al punto en el que el mundo, tal como lo conocemos YA NUNCA MÁS SERÁ EL MISMO.

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