Os voy a contar una historia real.
Le ha ocurrido a un buen amigo, quien además es lector de Vidas en red. Llevamos tiempo hablando del "fenómeno Twitter" y de cómo está creciendo exponencialmente, llegando a ser una herramienta de marketing, comunicados de prensa, movilización social, etc....
Pues bien, mi amigo estaba buscando empleo y mira tú por dónde está camino de convertirse en una de las primeras personas que puede que encuentre trabajo gracias a Twitter. Aún está esperando.
Resulta que el seguía el canal de Twitter de una empresa. Debido a su profesión le gusta mantenerse informado del sector en el que está especializado, así que una mañana, se levantó y leyó en su cliente de Twitter que esa empresa tenía una vacante. Les intentó mandar un mensaje directo pero... no pudo, para mandar mensajes directos ambos debéis "seguiros", así que le pidieron el email y por este medio les mandó el currículum, hablaron por teléfono y esta mañana le dan respuesta.
Alguno dirá: "pues no sé por qué te emocionas tanto, lo más normal del mundo". Lo que me pregunto es: intenta explicarle a alguien hace cinco años lo que a mi amigo le ha pasado, seguramente le sonaría a chino. O diez años atrás.
Estoy esperando que mi amigo me cuente (seguramente vía Twitter) si lo han contratado o no. Seguramente lo "twittee" desde su smartphone, un Q9 con Fring instalado.
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